Capítulo 26
Lena
Todos aquellos
acontecimientos hacían que nuevamente reflexionara sobre el rumbo que me
gustaría que mi vida tomara. Decir que no tuve padres que pudieran guiarme y
aconsejarme sobre ciertos aspectos de las relaciones personales es una
justificación algo tonta, pero es verdadera, mi hermano Francisco hizo un gran
trabajo conmigo y con el resto de mi educación. Ya con el hecho de no salir
delincuente podría tomarse como ganancia.
En conclusión mi
actual vida no era la que yo esperaba, lo que me apasionaba era el baile, la
danza, las expresiones corporales, no venderle paquetitos turísticos a
extranjeros.
-Hola preciosa
¿Puedo acompañarte?- dijo un hombre que
se encontraba parado de lado izquierdo de la mesa donde me sentaba sola a tomar
un café.
-¿Perdón?-
levante la mirada para ver quién era, para mi sorpresa el coreano estaba
pidiendo mi autorización para invitarme unos tacos al pastor…se veían muy ricos
por cierto.
-Lo que me
faltaba, el coreano- dije en voz baja mientras me levantaba de la mesa para
marcharme.
-El coreano se
llama Cha Il Nam, y si no quieres que me quede está bien, tomo otra mesa.
-Está bien,
puedes acompañarme ¿Pero si crees que puedes comprarme con una orden de tacos
al pastor y un jugo con pulpa natural…? Da igual, en estos momentos nada me
motiva, ni siquiera contestarte- le dije
mientras tomaba mi anterior asiento.
-¡Ja, ja, ja, ja!
¿Sabías que su cultura es sumamente dramática?- informo mientras se sentaba frente a mí.
-y tú ¿Sabías
que tu cultura es sumamente discriminante?
-Perdón, creo
que tu ánimo no está del todo bien hoy.
-Mi ánimo no
estará del todo bien en mucho tiempo- le
dije mientras empezaba con el festín del cerdo enchilado.
-Pero eso no te
quita el hambre ¿Verdad?- Sonrió
Le mire con
pesadez y disgusto. Pero después de un momento no pude contener la risa de
aquel bobo comentario.
-Escuche que no
has ido a trabajar a la agencia y que terminaste tu compromiso con el chico
“Oppa”[1]
Deje de comer
mis tacos, use la servilleta para retirar los excesos de la salsa verde con
guacamoles que se había ajustado a mis labios y contesté.
-Tu madre tiene
razón de tener sus reservas con las hispanas ¿Sabes? Somos casquivanas
-¡Ja Ja Ja Ja
Ja!
No paraba de
reír, al parecer mi comentario le pareció muy gracioso. Le pude ver por primera
vez una sonrisa genuina y verdadera, sin malicia y amigable, en ese momento se
podría decir hasta guapo se veía el bendito coreano.
-Ok. Confesión por confesión. Mi madre es
Hispana, mi madrasta es quien las odia y por obvias razones como comprenderás.
Pero que fue lo que paso con ustedes. Espera un momento, corrijo…Como se enteró
Jorge que no estabas enamorada de él.
-Han pasado
tantas cosas, pero demasiadas, una siempre peor que la otra, pero para terminar
pronto. Jorge me sorprendió besando a su sobrino. El chico del café ¿Recuerdas?
-Si-Se inclinó hacia mí y dijo- Ese te va
mucho mejor.
Pasamos cerca de
media hora comentando lo que había sucedido con Cristian, Laurita, Alex, Jorge
y todo el embrollo. Después de todo Nam, como me pidió que le llamara resultó
ser una buena persona y un excelente psicólogo, escucho todo lo que tenía que
decir, pude desahogarme completamente con él, algo que necesitaba hacia tiempo
ya.
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